martes, 28 de febrero de 2012

Songs and Revolution

In Starry Plough, my favourite Irish pub in Berkeley, California, every Sunday evening, a large group of musicians in the Irish tradition meet to play and sing traditional songs. The place is decorated with posters, flags and statements of many revolutionary movements. It is very 60s and 70s. But I like the statement that is hanging just behind where the musicians play. It is attributed to James Connolly, and Irish union member who took a very relevant role in the Easter Rising of 24th April 1916 in Dublin. He was badly injured, but still executed by a firing squad few weeks later. This is his statement :

"No revolutionary movement is complete without its poetic expression. If such a movement has caught hold of the imagination of the masses, they will seek a vent in song for the aspirations, fears and hopes, the loves and hatreds engendered by the struggle. Until the movement is marked by the joyous, defiant singing of revolutionary songs, it lacks one of the most distinctive marks of a popular revolutionary movement: it is the dogma of the few and not the faith of the multitude". James Connolly. 1907

viernes, 24 de febrero de 2012

Stalin – The court of the Red Tsar

El siglo XX ha dejado algunos personajes fascinantes, para bien y para mal. Su influencia fue decisiva en el resultado de la mayor confrontación del siglo, la II Guerra Mundial, y en la configuración de las fronteras en Europa, y del orden político en el mundo que le siguió. Hitler y su expansionismo desataron la contienda, pero su derrota marcó el final del autoritarismo nacional-socialista-fascista como modelo de gobierno. Las figuras de Churchill, Stalin y Roosevelt son en ese sentido más decisivas, porque tuvieron una gran influencia tanto en los años 30 como en la guerra, y en el diseño de la postguerra. La muerte de Roosevelt, la pérdida de las elecciones de Churchill en 1945, y la muerte de Stalin sólo unos años después, dio paso a nuevos líderes y a otras tensiones geo-políticas, pero sobre un damero que había sido diseñado por estos tres líderes en sus reuniones de Teherán, Yalta y Postdam.
La figura de Churchill es singular, y su sello en la defensa de Inglaterra, ante un enemigo mucho mayor y mejor preparado quedará para siempre como un modelo de liderazgo ante la adversidad. Hace poco leí el libro “Winstons War – Churchill 1940-1945” de Max Hastings, que recomiendo. Tengo en mi recámara el libro de Doris Kearns Goodwin, “No ordinary Time: Franklin and Eleanor Roosevelt: The Home Front in World War II”. Y acabo de finalizar la lectura de “Stalin – The Court of the Red Tsar” de Simon Sebag Montiore, que ya publicó una biografía sobre el joven Stalin.
En el libro de Churchill se describe con bastante detalle las reuniones de éste con Stalin, en las conferencias citadas y en Moscú, cuando le visita en agosto de 1942. De esa lectura se percibe en Stalin un personaje especial, con una influencia poderosa sobre su entorno, y un pensamiento difícil de leer para sus interlocutores. De ahí mi interés en la persona, el liderazgo, el gobierno de Stalin, y el comportamiento de los que compartieron poder y responsabilidades con el Dictador.
El libro se concentra en la etapa de Stalin ya de líder de los bolcheviques tras la muerte de Lenin y tras la defenestración de Trostky y su exilio, es decir a partir de 1929, y hasta su muerte. A mí me interesa especialmente, el estilo del liderazgo del personaje, de los personajes, su carisma, las motivaciones de sus seguidores y el desarrollo de estas relaciones en el tiempo.
La personalidad de Stalin se dibuja como un individuo de alta inteligencia, de una memoria especial, ordenado y metódico en su vida ordinaria, y amante del detalle. Lector infatigable, sobre de todo de historia, poeta, amante del teatro, de la literatura y apasionado del cine. Es consciente de sus cualidades, pero así y todo siente inseguridad, y desconfia de los que le rodean. Combina la inteligencia con una calculada crueldad. Genera permanente inseguridad en sus más próximos, no sólo en su trabajo, sino en su supervivencia. Es responsable de ordenar sin ningún escrúpulo la deportación, el encarcelamiento, la tortura y el asesinato de millones de personas, incluidos sus más íntimos colaboradores y sus familias.
El estilo de Stalin es el encandilamiento y el terror en ciclos impredecibles.  Despliega sus capacidades que generan admiración en su entorno y entre su pueblo, y lo acompaña con oleadas calculadas de terror que producen un temor a caer en desgracia y sucumbir en el siguiente ciclo. Stalin se apoya en camaradas del partido para llegar al poder y mantenerse en él, pero sistemáticamente, su desconfianza –e inseguridad –hace que se vaya deshaciendo poco a poco de casi todos ellos. Esto envía una señal hacia aquellos que sientan la tentación de conspirar o intrigar contra el Supremo. Así, Kamenev y Zinoviev, que le ayudan en la Troika que vence a Trotski pierden su influencia. Stalin se ayuda de Bujarin y Ryekov para ello. Los cuatro serían ejecutados en el Terror del año 1936. Sus familias directas serían ejecutadas también en los siguientes dos años.
Stalin mantiene en su entorno durante estos años un grupo de dirigentes muy cercanos, que le sobreviven, entre los que están Molotov, Kaganovich, Mikoyan, Beria, Malenkov, Khrushchev, Poskrebyshev,  y Vlasik. , Otros igual de cercanos que no le sobreviven, como Kirov (cuya muerte, probablemente organizada por el mismo Stalin, desata las persecuciones de 1934 contra Kamenev y Zinoviev), Yenukidze, Lakoba, Yagoda, Ordzhonikidze, Yezhov, etc.
Stalin tiene especial cuidado con los responsables de la policía secreta. Los nombra, les da instrucciones precisas de a quien, cuando y como hay que ejecutar.  Al cabo de cierto tiempo, el responsable cae en desgracia, y es ejecutado por el siguiente en ocupar la cartera. Así sucede con Yagoda y Yezhov, responsables operativos de las primeras oleadas de terror, o Abakumov de la anteúltima. Sólo sobrevive Beria, que será ejecutado por Khrushchev una vez muerto Stalin e Ignatiev.
Stalin mantiene la tensión en su entorno hasta el punto de arrestar y ejecutar a la mujer de su chief of staff, Poskrebyshev, sin que por ello deje de servirle fielmente. Polina, la esposa de Molotov es detenida en la persecución anti-semita después de la guerra y sólo liberada a la muerte de Stalin. Molotov es desconocedor del destino de su mujer. Tener a los familiares directos detenidos, sin comunicación, y probablemente bajo tortura es la prueba última de lealtad que exige Stalin a su entorno. El que le pregunta directamente por el estado de su pariente, se arrepentirá. En este terror generalizado, nadie se siente seguro, nadie quiere llamar la atención de Stalin, que ejerce ya un poder indiscutido antes del inicio de la guerra mundial.
Pero a todos los dirigentes les ha probado también en el terror, y todos tienen las manos manchadas de sangre. En las persecuciones a los campesinos-propietarios y Kulaks de los años 29 al 32, que comportan asesinatos y deportaciones por millones. En las represiones de las manifestaciones nacionalistas en Georgia, Ucrania, Crimea, y las repúblicas bálticas. En la retaguardia de las líneas rusas durante la guerra, donde los soldados sabían que tenían más probabilidades de ser tiroteados por la espalda si flaqueaban, que por el frente.
Otra faceta interesante de Stalin, que no es exclusiva de él, es su necesidad de disponer de su círculo cercano alrededor suyo, cuando lo demande. Casi todas las noches Stalin les convoca al cine en el Kremlin o en Kutzovo, su dacha alrededor de Moscu, hasta la medianoche. A continuación la cena que se extiende hasta altas horas de la madrugada. En estas cenas es obligado beber grandes cantidades de alcohol, y aguantar el humor, la ironía y en cualquier caso, las historias de Stalin. La llamada de Stalin a media tarde para convocarlos a la cotidiana cena con el Dictador, es algo que nadie desea, pero que todos saben que sucederá.
Las cifras de muertos y deportados varían mucho de unos autores a otros. Montefiore menciona 20 millones de ejecutados y 28 millones de deportados, de los cuales 18 millones acabarán esclavizados en los gulags. Probablemente la cifra de ejecutados sea inferior, más cercana a los diez millones, pero dan el mismo vértigo.
La crueldad y frialdad con que se ejecuta, la define bien este párrafo que extraigo sobre la ejecución de los oficiales polacos en Katyn. El texto habla por sí sólo:
Meanwhile Stalin and his magnates debated the fate of the Polish officers arrested or captured in September 1939 and held in three camps, one of which was close to Katyn Forest. (). Kulik, commander of the Polish front, proposed freeing all the Poles. () Stalin stopped the release but Kulik persisted. Stalin compromised. The Poles were released – except for about 26,000 officers whose destiny was finally decided at the Politburo on 5 March 1940.
Beria´s son claimed that his father argued against a massacre, not out of philanthropy, but because the Poles might be useful later. There is no evidence of this, except that Beria often took a practical rather than ideological approach. If so, Beria lost the argument. He dutifully reported that the 14,700 officers, landowners and policemen and 11,000 “counter-revolutionary” landowners were “spies and saboteurs…hardened…enemies of the Soviet power” who should be “tried by Comrades Merkulov, Kobulov and Bashtakov”. Stalin scrawled his signature first and underlined it, followed by Voroshilov, Molotov and Mikoyan. Kalinin and Kaganovich were canvassed by phone and voted “For”.
This massacre was a chunk of “black work” for the NKVD who were accustomed to the Viscka of a few victims at a time, but there was a man for the task: Blohin travelled down to the Ostachlov camp where he and two other Chekists outfitted a hut with padded soundproofed walls and decided on a Stakhanovite quota of 250 shootings a night. He brought a butcher´s leather apron and cap which he put on when he began one of the most prolific acts of mass murder by one individual, killing 7,000 in precisely 28 nights, using a German Walther pistol to prevent future exposure. The bodies were buried in various places – but the 4,500 in the Kozelsk camp were interred in the Katyn Forest.
El gobierno de Stalin recuerda las formas de gobierno de los antiguos caudillos o reyes que conquistaban el poder por ser los más inteligentes y sagaces, pero también los más crueles y sanguinarios. Con el argumento de hacerse en beneficio de los proletarios y contra los enemigos de la revolución, Stalin y sus camaradas suprimen todos los derechos individuales y generan un estado de terror. Bajo tortura pocos resisten la tentación de denunciar con o sin motivo a compañeros, a cambio de un falso perdón. El proceso se autoalimentaba indefinidamente y la extensión de las detenciones, torturas y ejecuciones llegaba hasta donde Stalin quisiera. 
Nos quejamos de lo frágil e imperfecto de nuestras democracias, que intentan mantener un estado de libertades donde el individuo se pueda defender de la arbitrariedad de los poderosos, incluyendo al estado mismo. Si las compararamos con regímenes como los que implantaron Stalin o Hitler, valoraríamos y defendiarmos mejor lo que tenemos. La censura, la incomunicación, la falta de información, y la información dirigida son los mecanismos que tienen estos regímenes para mantener a los ciudadanos engañados o sometidos. Por eso me parece que los medios de comunicación modernos, como los teléfonos móviles, internet, y sobre todo las redes sociales, son magníficas armas que tienen los ciudadanos de a pie para comunicarse la verdad, y revelarse contra los regímenes opresores de cualquier signo, pues estos medios son difíciles de controlar..
Yo creo que el éxito de las revueltas en el norte de África en 2011 tiene su fundamento en la capacidad de comunicarse que han tenido sus ciudadanos, o mejor en la incapacidad de callarlos por parte de los regímenes que los sometían.

sábado, 18 de febrero de 2012

Aborto y esclavitud: analogías

A mi el debate sobre el aborto a final del siglo XX y principio del XXI me recuerda mucho al debate de la esclavitud  en los EEUU desde la declaración de independencia hasta la guerra civil. La esclavitud era una vergüenza tolerada en el país que se había dado un régimen de libertades, y donde por primera vez gobernaban los representantes del pueblo (“We, the people…). La nueva nación se despertaba a un ejercicio de autogobierno ilusionante, lejos de las monarquías absolutistas europeas, y años antes de la revolución francesa. Pero los padres fundadores sabían que había una mancha en la fundación. Una parte importante de los habitantes de las 13 colonias no tenía los derechos ni las libertades que disfrutaban los demás. Y no los tenían porque el ejercicio de esos derechos y libertades afectaría directamente a la comodidad y a la economía de sus conciudadanos blancos.
La esclavitud negaba la libertad a muchos individuos por razón de la supuesta superioridad de otros individuos, que no tenían que responder ante nadie de sus acciones.

 En el caso del aborto, la Corte Suprema – en Roe ws Wade, 1973 – determinó que el derecho al aborto no podía ser negado a las mujeres, ya que existe un derecho a la privacidad en la constitución que protege a las mujeres y a sus decisiones, al mismo tiempo que negaba al feto la protección de las leyes que otorga la decimocuarta enmienda. En el caso de la esclavitud, el Tribunal Supremo norteamericano, con el Chief Taney al frente, decidió – en el caso Scott vs Sanford, 1857 -  que las personas de descendencia africana no tenían derechos como ciudadanos, por tanto no podían acudir a los tribunales de justicia: no eran sujetos protegibles. Increíble el parecido. La decisión del Tribunal Supremo dictada por el Chief Justice Taney, quiso terminar con el debate de la esclavitud, pero lo encendió aún más, hasta el punto de que tres años después empezaba la guerra civil en los EEUU. Esta decisión ya no tiene “importancia jurisprudencial”, claro, una vez reconocidos por la decimocuarta enmienda los derechos de los ciudadanos de origen africano. Esperemos que la decisión Roe vs Wade la pierda pronto. Tiene gracia que en 1860 el partido que defendía los derechos de los esclavistas fuera precisamente el demócrata, y que fuera el partido republicano fundado a mitad de siglo el que empujara la causa abolicionista hasta el final. Vivir para ver.
Hoy nos parece una barbaridad que la humanidad haya estado esclavizándose, y que incluso la institución de la esclavitud se haya introducido en las formas de gobierno que nos parecen más civilizadas: el estado de derecho, el estado de libertades, la democracia. No podemos imaginarnos que una sociedad haya podido negar a una de sus partes los derechos que todos coinciden en querer disfrutar. Seguramente nuestros biznietos se escandalizarán también y con razón, de que a final del siglo XX y hasta bien entrado el XXI, las sociedades llamadas modernas se dieran la potestad de privar de la vida a los fetos en el seno de sus madres, para proteger a estas últimas y sus familias de la carga de criarlos y sacarlos adelante, en aras de la libertad de decisión de la mujer y de su conveniencia, y con el argumento - idéntico al empleado con los esclavos - de que los fetos no son sujetos protegibles. A principios del siglo XXI las leyes protegen con más firmeza a los animales del maltrato, que a la vida humana en el seno de la madre.