miércoles, 18 de febrero de 2015

El Capital en el siglo XXI - Thomas Piketty

Thomas Piketty - El Capital en el Siglo XXI

Tras leer el libro de John Stiglitz, The price of inequality, que me decepcionó por su superficialidad y más viniendo de un premio Nobel de economía, me quedaron pocas ganas de leer más sobre desigualdad durante una temporada, a pesar de lo relevante del tema y su actualidad. No estaba desde luego entre mis planes la lectura del libro de Piketty, con sus disuasoria extensión en páginas.

Fue un artículo en el blog "Nada es gratis" que citaba tres artículos con críticas del libro, y la lectura de estos artículos los que me animaron a leerlo. Particularmente interesante es el ensayo-artículo firmado por los compatriotas de Piketty Bonnet, Bono, Chapelle y Wasmer ("Does housing capital contribute to inequality?"), muy documentado y argumentado, que reconoce por una parte el tremendo trabajo de compilación de datos en el libro de Piketty y por otra muestra el desacuerdo de los autores sobre el tratamiento del capital inmobiliario y su valoración en el análisis de la acumulación del capital que hace Piketty en su libro. Siendo una parte muy relevante del capital total, y particularmente de su crecimiento, el ensayo de sus colegas franceses viene a poner en cuestión no tanto el trabajo de Piketty, que es descomunal y muy interesante, sino su tesis central, que es que la desigualdad va a crecer de una manera descontrolada en el siglo XXI por la “dinámica explosiva de la acumulación de capital”. Entraré en este detalle más adelante.

Pero vamos ya con libro. Lo primero que hay que decir es que Piketty escribe bien. Entretenido. Y esto no es lo normal en el mundo de los economistas. Es cierto, y es una de las críticas constantes que recibe, que de puro insistir en sus argumentos para que queden claros, el libro se le va largo de páginas. Probablemente hubiera servido el propósito del autor con la mitad.

Piketty comienza con una declaración de principios: la desigualdad no es necesariamente mala en sí misma: la cuestión básica es saber si está justificada, si hay razones que la justifiquen. Y cita el  artículo 1 de la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano de 1789 que aceptaba la desigualdad si “fundada sólo en la utilidad pública” .
Dice y lo repite, no sin razón, que durante largos periodos de tiempo, la fuerza más grande a favor de una mayor igualdad han sido la difusión del conocimiento y las habilidades.
Pero a favor de la desigualdad cuentan:

  • Los súper-sueldos de algunos profesionales y directivos.
  • El proceso de acumulación y concentración de riqueza cuando el crecimiento de la economía es débil y el retorno del capital alto. Esta es – dice Piketty – la mayor amenaza para la desigualdad en el largo plazo.


En cuanto a la distribución de la renta nacional entre renta del capital y renta del trabajo, la percepción generalizada entre los economistas, era que históricamente, este ratio había estado tradicionalmente en 2/3 trabajo y 1/3 capital. Pero la realidad era un poco más compleja, de acuerdo con el autor. Los economistas también asignan al “capital humano” un papel fundamental en el crecimiento de las economías modernas, y por tanto, las rentas del trabajo deberían tomar una parte mayor de la renta nacional, y de hecho Piketty afirma que esa es la tendencia que se vislumbra en las cifras, si bien el avance es modesto (lo cual contradice ciertamente las tesis fundamentales de su libro).

Piketty prefiere el ratio capital acumulado/renta (el ratio de todo el stock de capital sobre la renta anual) más que el enfoque en la distribución de la renta total en rentas de capital y rentas del trabajo que había sido la métrica más común, quizá debido a las dificultades para calcular el primer ratio.

En cuanto a las rentas que unos países reciben de otros, Piketty encuentra que en general, la renta nacional en la mayor parte de los países estudiados tiene diferencias entre el 1 ó 2% del GDP, lo que viene a decir, que los flujos de dividendos, intereses y rentas que entran en un país es comparable a los flujos que salen. Esto destruye el mito de que Francia es propiedad de los pensionistas Californianos o del Banco de China, y el de que los EEUU pertenecen a inversores japoneses o alemanes! La desigualdad con respecto al capital es mucho más un asunto doméstico que internacional. La desigualdad en la propiedad del capital – afirma Piketty – pone a los ricos y pobres dentro de un país en conflicto, mucho más que a un país con respecto a otro, cosa que no siempre ha sido así. Pero aún más, Piketty afirma que hay un proceso global de convergencia en el que los países emergentes van acortando diferencias con los desarrollados, a pesar de que aún se mantienen desigualdades sustanciales entre países ricos y pobres. 

Contra las percepciones  contrarias aireadas en tantos foros. El aislamiento, dice también Piketty, nunca ha promovido la prosperidad. Y también insiste, en que el principal mecanismo para la convergencia (la igualdad) a nivel internacional y nacional es la difusión del conocimiento.

Pese a que no aboga por un descontrol demográfico, Piketty afirma que a igualdad del resto de variables, un crecimiento demográfico fuerte tiende a jugar a favor de la igualdad, pues reduce la importancia de la riqueza heredada: cada generación debe, de alguna manera, construirse a sí misma.

Por otra parte, la riqueza pública en la mayor parte de los países es insignificante, pues los activos públicos están minorados por una deuda, prácticamente del mismo importe, por lo que la parte relevante de la riqueza neta está en manos privadas.

Las tesis de Piketty

1) La llamada “primera ley fundamental del capitalismo” no es una ley, como bien critican algunos, sino una identidad, una tautología.

α = r x β , donde α es el % de renta del capital en la renta nacional, r es el retorno del capital, y β el % de capital sobre renta nacional. Así, si β=600% y r=5%, entonces α=30%. Pura definición. No se sabe bien donde está la ley. Tampoco Piketty insiste demasiado en este “descubrimiento”.

2) La segunda ley fundamental del capitalismo tiene que ver con la relación entre r (retorno del capital ) y g (% de crecimiento de la economía). Cuando r>g, dice Piketty, el capital entra en una espiral de crecimiento con un aumento asfixiante de la desigualdad. La forma más apropiada para eludir este destino, dice Piketty, es un impuesto mundial sobre la renta. 

Piketty, en su capítulo más interesante desarrolla esta tesis basándose en la información acumulada sobre el ratio capital / renta en varios países (Francia, UK, USA y Alemania). Piketty nos muestra los crecimientos de este índice β históricamente, y particularmente su crecimiento desde los años 1970 hasta ahora. Este ratio esta dividido en capital agrícola, housing, otro capital y capital extranjero. Es muy interesante y central la observación de que el crecimiento de  β los años 70 ha estado concentrado fundamentalmente en el capital inmobiliario residencial en los países estudiados, con la excepción de EEUU. En Francia, UK y Alemania,β ha pasado del 400% al 600% provocado casi exclusivamente por el capital inmobiliario, mientras que en EEUU este ratio no ha aumentado, entre otras cosas porque no ha aumentado tampoco la participación del capital inmobiliario.

Hay dos consideraciones muy importantes que hacer a la valoración del capital inmobiliario en esta discusión, y ambas son el centro de la crítica de los colegas franceses a la tesis de Piketty:

  • La primera es que Piketty considera el valor del capital inmobiliario calculado por los precios de venta, y no sobre las rentas de ese capital. Estos autores observan que mientras los precios de las ventas de inmuebles ha aumentado  en estos últimos veinte años, la renta de esos de esos mismos inmuebles no ha aumentado al mismo ritmo. Cuando calculan el valor del capital inmobiliario a partir de las rentas de esos inmuebles, no hay tal crecimiento de β, y por tanto la tesis de un crecimiento en espiral de la desigualdad se desvanece.

  • La segunda es que es precisamente el capital inmobiliario la partida de capital que genera más igualdad, pues en todos estos países la gran fuente de ahorro popular se concentra en la propiedad de la vivienda habitual. Así en España el 83% de la población vive en casa de su propiedad. En UK esa cifra está actualmente en el 70% (del 37% en 1950) en Francia en el 56% (del 30% en 1950), en EEUU en el 60%. Es decir, ese aumento del valor del capital inmobiliario, que provoca, si se calcula en términos de precio, el crecimiento de β, es precisamente la forma más “igualitaria” de acumulación de capital.

Buscando soluciones a su conclusión de que la inecuación r>g producirá un aumento inaguantable de la desigualdad, Piketty propone, y es su propuesta más insistente, un impuesto sobre el capital, que tiene que tener escala global. Un impuesto que reducirá r y hará menor la diferencia con g. Un impuesto que tendrá en cuenta el tamaño del patrimonio a tasar, pues la rentabilidad del capital guarda una relación con el tamaño de ese patrimonio, como veremos en los legados de las universidades más adelante.

Mis notas sobre el libro incluyen las siguientes referencias en el libro de Piketty:

  • Los crecimientos históricos han estado en el entorno del 1%-1,5% anuales, salvo en los periodos de post-guerras donde el crecimiento se ha situado en el 3%-4%
  • Cuando se tienen en cuenta todos los impuestos, la media de los impuestos al capital en la mayoría de los países desarrollados está en el 30%
  • Partiendo de que la desigualdad social es de por sí inmoral, por qué no ser decididamente inmoral y expropiar el capital con cualquier método disponible? (dice Piketty!!)
  • La modernidad democrática está fundada en la creencia de que las desigualdades basadas en el talento individual y el esfuerzo están más justificadas que otras desigualdades.
  • El 10% de la población con mayor renta y el 50% de menor renta no son las mismas personas que constituyen el 10% superior y el 50% inferior en la distribución de riqueza. El 1% que “gana” más no coincide con el 1% que “posee” más.
  • Hemos pasado de una sociedad de rentistas, a una sociedad de ejecutivos. Los ingresos del capital solían dominar el 1% de renta superior, pero hoy solo dominan el 1 por mil superior.
  • El porcentaje de renta, del 10% de población que más gana ha tenido dos picos en los últimos 100 años: el primero en 1928 y el segundo en 2007, en vísperas de las grandes crisis. Una conexión?
  • Del crecimiento total de la economía norteamericana entre los años 1977 y 2007, el 10% más rico se apropió del 75% del crecimiento de la renta, y el 1% más rico, del 60% del incremento total en este periodo. Para el 90% menos rico, la tasa anual de crecimiento de la renta fue inferior al 0,5% en ese periodo.
  • En todos los países de habla inglesa, la principal razón del aumento de la desigualdad de la renta en las décadas recientes ha sido el surgimiento de los “supermanagers”. En contraposición, la Europa continental y el Japón apenas han sufrido incremento en el porcentaje de la renta del 1% que más ingresa desde los años 70 (del 7% al 9%)
  • En la Europa continental y en Japón, la desigualdad de la renta todavía hoy permanece por debajo de lo que era al principio del siglo XX, y no ha variado mucho desde 1945.
  • La revolución francesa no tuvo mucho impacto en el ratio capital/renta, ni en la distribución de la riqueza.
  • Por qué no hemos vuelto a la desigualdad en la riqueza existente en la Belle Epoque, y estamos seguros de que esta situación es estable e irreversible?. Piketty dice que la respuesta son los impuestos, que han reducido el retorno neto del capital, y el cambio de rentas del trabajo a rentas del capital en el 1% superior, y además porque la tasa de crecimiento de la economía ha sido superior a la de siglos anteriores.
  • Herencias. Cúal es el % de las herencias anuales sobre la renta nacional? En Francia es aproximadamente de un 20% hasta 1910, y de un 8% a un 12% hasta ahora.
  • El rebote de la herencia es todavía incompleto y su evolución está aún en curso.
  • La lógica r>g implica que el emprendedor siempre tiende a convertirse en rentista. Esta es la justificación para un impuesto anual progresivo para las grandes fortunas en el mundo que Piketty propone como una cruzada para reducir la desigualdad en la riqueza.
  • El porcentaje de la riqueza heredada sobre la riqueza total de los vivos: es una “U” con un mínimo en los 70 (en el 45%), máximos en los flancos, del 90% en 1910 y del 65% en 2010.
  • Nos hemos movido de una sociedad con un número pequeño de rentistas a otra con un número bastante mayor de rentistas menos ricos.
  • La rentabilidad de los grandes patrimonios. Piketty analiza los legados gestionados por las grandes universidades americanas en el periodo 1980-2010 y concluye que la rentabilidad media de los patrimonios de 850 universidades americanas es del 8,2%. Harvard ($30bn), Yale y Princeton un 10,2%.
  • El gasto de los estados permanece en el 10% de la renta nacional hasta principios del siglo XX. Desde entonces, la educación y la sanidad (10-15%) y las pensiones y transferencias sociales (15-20%) han elevado el nivel de gasto estatal al 30% en EEUU y entre el 40% y el 50% en Europa.
  • No es ni deseable ni realista un crecimiento drástico del tamaño del estado social.
  • La educación y la sanidad suponen el 20% del empleo y del GDP en los países desarrollados.
  • Al final del libro Piketty hace unos comentarios interesantes sobre las limitaciones de la eurozona y el €, en tanto que no tengan un parlamento específico y no el parlamento Europeo, donde se integran países con distinta vocación europeísta y no integrados en el Euro.

Coincidimos plenamente en el tratamiento del impuesto de sociedades (para evitar el arbitraje que hacen las compañías multinacionales para buscar la menor fiscalidad posible; que la encuentran) a través de un impuesto consolidado (europeo por ejemplo) con asignación a los países en función de las ventas, por ejemplo, o de las nóminas pagadas.

El último párrafo del libro merece un espacio y no ser traducido, pues es magnífico, y llama a un mayor interés de toda la ciudadanía hacia los asuntos económicos:

“Yet it seems to me that all social scientists, all journalists and commentators, all activists in unions and in politic of whatever stripe, and specially all citizens should take a serious interest in money, its measurement, the facts surrounding it, and its history. Those who have a lot never fail to defend their interests. Refusing to deal with numbers rarely served the interests of the least well-off”.